Recientemente realizamos un bonito viaje a las playa Oaxaqueñas en México y de pronto me dieron ganas de escribir algunas impresiones del camino bañadas con un poco de romanticismo, me llevara tres pequeños temas porque así fue como se escribieron Gracias por leer:
AMANECER EN LA COSTA
Nos decidimos y... este fin de semana nuestro destino es la costa, a mis playas oaxaqueñas favoritas Zipolite y Puerto Escondido.
Viajamos desde la medía noche para llegar a Pochutla un pintoresco pueblo tropical, donde ya se respiran el calor y la humedad costeros.
Bajamos de la suburban para caminar escasas dos cuadras y abordamos una burrera (pic up acondicionada para transportar pasajeros) que es un medio de transporte económico y singular utilizado tanto por locales como por turistas.
Empezaba a clarear cuando ya estábamos en camino, mi nariz lentamente fue asaltada por aromas que me hicieron añorar momentos remotos de mi vida, Cosa curiosa, el primer olor que siempre me invade es ácido, fuerte y penetrante, algo muy similar a la orina pero este casi de inmediato desaparece se transforma en un olor a tierra húmeda y fértil que es capas de fecundar hasta a las semillas mas dediles que caigan sobre ella.
El aire fresco de la mañana se deja sentir y con el aromas, café hervido en una hoya me deleita y casi lo puedo saborear solo por unos segundos, en seguida es sustituido por el perfume de flores del campo a humedad que me recuerda las entrañas de la madre tierra renovándose día con día, me llega el sabor de algo que se cocina temprano para el hombre que sale con la fresca de la madrugada a trabajar.
El aire se va impregnando de sal, la playa esta muy cerca, las aves cantan alegres su primeros melódicos trinos tan pronto el sol vence a la oscuridad, es el momento en que los gallos nos deleitan con un concierto de voces que alegran mis oídos, gente que baja y sube del transporte que con velocidad y pericia se desliza por las calles encurdadas de los pueblos costeros.
Un rato después cuando ya mi imaginación volaba junto a las aves que surcaban el cielo llegamos nuestro destino, caminamos para buscar nuestro hospedaje y en seguida después de acomodarnos y cambiarnos visitamos a nuestro amigo Memo para saludarle y tomar un rico cafecito, no bien terminamos encaminamos nuestros pasos a la playa que nos esperaba serena con sus olas llegando tranquilas a la orilla, yo ... por un buen rato me quede mirando la inmensidad como le llama un amigo muy querido,
Es relajante el sonido de las olas, el sentir la ligera brisa marina acariciar nuestra piel y el sol que poco a poco te hace sudar pero no es un sudor molesto, el cuerpo entero agradece a la madre naturales el poder estar aquí y ahora, el placer de sentirse uno con la naturaleza, "EL SENTIR LA ALEGRÍA DE ESTAR VIVOS".
ZIPOPLITE OAXACA