mis amigos

12 de marzo de 2013

EL BUDA





           De pronto al ver por la ventana que da al jardín, se quedo mirando casi como descubriendo la vieja y maltratada figura de buda, que hacia ya quien sabe cuantos años que permanecía ahí, en ese rincón donde la había puesto desde que alguien se la regalara.
         Trato de encontrarle un lugar dentro de casa colocandola temporalmente en la mesita que esta en uno de los rincones de la sala junto a la vieja consola que hoy ya quedo en desuso, le gusto la serenidad que el buda reflejaba en su rostro, la paz que le trasmitía al contemplarlo, nunca se ha explicado como un rostro tan simple pudiera trasmitirle tanta paz.
         A los pocos días sintió que era demasiado grande para la pequeña sala y se dio a la tarea de encontrarle un nuevo lugar pensó que el comedor era un poco mas amplo pero por de alguna forma no pudo encontrar un lugar donde se luciera tan especial regalo.
            Recorrió al paso de los días, el pasillo, la recamara y hasta el baño, pero nunca encontró un lugar que le fuera adecuado, hasta que por fin, una mañana que casi se tropieza con el, al entrar todavía medio dormida al pasillo saliendo de la recamara que decide sacarlo de la casa y ponerlo en el jardín que apenas estaba formando en el patio de casa, le encontró un lugar junto a la barda de madera, al fondo, como que le da un aire mas serio y oriental, a los lados planto unas petunias de alegres colores para contrastar con la blancura de la escultura.
             Por fin el Buda tenía un lugar que le venía tan bien que le arreglo en algunas ocasiones que tenía alguna reunión en el patio con velas, en otras con lamparas orientales (de esas que son como una bola de papel), hasta llego a dibujar y pegar en la pared sobre el el símbolo del gin y el jan para que llamara la atención de los invitados.
          Pero como suele suceder poco a poco el buda fue quedando en el olvido y casi fue cubierto por temporadas por las plantas del jardín que crecían sin ser podadas, los hijos crecieron y los años fueron pasando no exentos de penas y de alegrías.
           De vez en cuando ese buda blanco llego a ser pintado por los hijos, verde, azul, amarillo, morado y hasta negro, amen de combinaciones de colores colores pintando adornos y pelo en distintos colores, lo mas grotesco fue cuando pinto (no se quien) su pelo naranja y los ojos verdes, perdiendo toda su solemnidad y seriedad, claro esta que siempre después tornaba nuevamente a el blanco.
          Al dejar la casa los hijos, descanso el buda y ella lo mando limpiar, en una de esas ocasiones que lo re-descubrió de tantas manos de pintura que había acumulado porque ya no dejaban ver sus rasgos tan relajantes que tanto le habían gustado cuando recién llego a casa, podo las plantas del jardín a su alrededor y volvió a colocarlo en "su" lugar porque era innegable que ese era el lugar que mejor le venía y donde mostraba toda su serena dignidad.
          Pero, volvió a quedar en el olvido, la vida diaria trae consigo tantas cosas por hacer y a medida que pasan los años, las fuerzas no son las mismas y cada vez nos alcanza para menos actividades el día, el buda quedo en paz en aquel jardín que le engalanaba con bellas flores en primavera y con una alfombra de hojas secas en el invierno.
          Esta mañana al verle con su serena figura, como diciendo:
-Aquí te espero, no tengo prisa, no me importa el paso de los días o de los años, estoy aguardando que voltees a verme, como lo has hecho ya tantas veces, algunas de ellas me ves sin prestarme atención, pero se que en el fondo siempre me tienes presente y sabes que estoy junto a la vieja barda de madera, siempre esperando me veas.
           Esta mañana algo fue diferente, se dio cuenta de la armonía que había traído a su vida aquel apacible rostro.