mis amigos

12 de septiembre de 2013

animas del purgatorio






        Cuenta la leyenda en la Nueva España como era nombrado lo que hoy es México por los conquistadores Españoles, o sea ... hace muchos... pero muchos... realmente muchos años que existía un comerciante muy, pero muy avaro, Don Juan de La Regura y Estudillo (perdón si existió o existe alguien con ese nombre), era comerciante en telas y tenía su negocio por la calle de moneda, siempre temeroso de la competencia y de lo que estos pudieren hacer para perjudicar su prospero negocio.
                 Devoto de la virgen del Carmen asistía todas las mañanas a misa de 6 para estar de regreso en casa que por cierto no distaba de Catedral escasas dos cuadras y medía, caminaba cubierto en su capa y con sombrero de ala ancha para protegerse del sereno y el frío, confesaba y comulgaba con frecuencia, escuchaba misa a medias porque se quedaba dormido a la hora de la lectura bíblica y despertaba con las campanillas a la hora de la consagración.
                     Un día preocupado por los rumores que se daban sobre una alma en pena que rondaba por las inmediaciones de la catedral, que esta se había aparecido a mas de uno dándoles un tremendo susto, corrió a la sacristía buscando a su confesor, preguntando que debía hacer en caso que se le apreciara esa alma y que correspondía para hacer que las almas descansen en paz y no anduviesen incomodando a los devotos cristianos, le explico que su temor era porque al acudir a tan temprana hora a los santos oficios ya que no podía a otra hora porque su negocio no se lo permitía.
                  El dominico le responde con toda serenidad.
- cuando salgas de tu casa persignarte y dirás esta pequeña jaculatoria tres veces: Que las almas de los fieles difuntos descansen en paz   Amen y recorre tu camino a misa confiado pero con mucho cuidado porque cada ves que tropieces por el camino estas condenando  una alma al purgatorio por mas  tiempo, Recuerda la jaculatoria las saca pero los tropiezos las atan a estar mas tiempo sin alcanzar la gloría de Dios,
              Regreso confiado a su tienda, trabajo la jornada normal ceno y fue con sus amigos a la taberna, una vez en ella se negó a comer cualquier bocadillo por no gastar, tomando un tinto algo ácido y fermentado que pronto le mareo y casi estuvo a punto de volver el estomago pero como era un desperdicio decidió volver a casa a ver si caminando se le quitaba lo mareado, dio unos pasos apenas fuera del local cunado uno de sus pies dio con una piedra que salía ligeramente del empedrado de la calle, cosa frecuente en esos caminos de carretas y carruajes de caballos, donde los jinetes y sus cabalgaduras trajinaban de un lado a otro desde que sale el sol hasta el ocaso, en fin poco duraban las piedras en su sitio, trastabillo varias veces y casi estuvo a punto de caer, maldijo la hora en que se dejo convencer por los amigos de acompañarles a ese lugar no santo, pero casi al mismo tiempo recordó las palabras del cura "cada vez que tropieces atas una alma al purgatorio; se santiguo y rezo la letanía, dos o tres pasos mas delante otra piedra ataco su zapato y de nuevo rezo la oración repetidas veces por todas las veces que había tropezado en su vida atando almas al por mayor en el purgatorio.
            Pocos días mas tarde se descubrió que dicha anima no era tal sino un indio ladino que trabajando en una casa no santa, de esas donde las mujeres se entregan a los hombres por algo de plata, recogía y limpiaba las mesa después que los clientes se retiraban a la alcoba en compañía de una dama, siempre aprovechaba que la patrona no le veía para beber lo que quedaba en las copas de los comensales y por eso caminaba quejoso por las calles a altas horas de la madrugada, vestía de manta como todos indios y murmuraba no se sabe que tonterías en su idioma.
              la ciudad volvió a la calma pero Don Juan tenía ya la costumbre de al menor tropiezo invocaba a las animas benditas del purgatorio, costumbre que le dio entre los vecinos el mote de ANIMAS, con mucho respeto Sr Animas .