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18 de marzo de 2012

El abuelo (capitulo 3)





Capitulo 3
                No quiere arriesgar a explorar los demás caminos peor aún después de las advertencias hechas por su abuelo y de los muchos peligros que sabe acechan en cada uno de los caminos restantes, la respiración le falta un poco… él sabe que su final está cerca.
                Baja por una empinada cuesta, el frío y la humedad aumentan a medida de avanza ya no es mucho lo que falta por andar, llega a un área espaciosa y poco accidentada, salvo por unos no muy altos desniveles recorre despacio la orilla y se asombra de como todo concuerda justo con los detalles  descritos por su tata grande,  impaciente por llegar ante el altar de los dioses de la noche y presentar su ofrenda, de pronto sus pies cansados tropiezan con algo que por ver las intrincadas formaciones de la cueva se olvido de mirar al  suelo, baja la tea para iluminar el objeto que se atraviesa en su camino, de momento se sobresalta al ver que son los huesos de alguno de los pobladores de su pueblo, con cuidado los rodeo y continuo caminando, a los pocos pasos sus ojos se maravillaron con el templo (pirámide) que venía buscando, todo pintado en colores rojo y negro y con las esculturas de los dioses del inframundo y cuatro grandes incensarios orientados uno a casa punto cardenal.
                Limpió sus pies  y subió  con reverencia y fervor los cinco escalones que lo separaban de sus deidades prendió fuego en los incensarios, quemo en ellos copal junto con algunas flores y plantas aromáticas, de inmediato impregnaron el ambiente  saco de su morral unos pedazos pequeños de chapopote y los hecho en los cuatro braseros seguro que con eso la luz se prolongaría por más tiempo.
                Con toda aquella luz pudo observar la toda magnitud de aquella enorme gruta, vio como en una oquedad en la pared se encontraban acomodados con sumo cuidado los huesos de todas las generaciones pasadas y en uno de los montículos vio sobre una manta otro esqueleto, quizá de uno de los últimos en llegar a ofrendar su vida a los dioses para que la vida continúe y el equilibrio de los días y las noches no se pierda el humo del copal y el chapopote lo hacían toser, coloco mas hiervas aromáticas para respirar algo más grato.
                Después de sus plegarias y ofrendas, despacio cansado por la travesía, su edad y la falta de oxigeno descendió de la pequeña pirámide se sentó a comer parte de los escasos alimentos que cargo desde el Jacal, descanso un buen rato no tenía idea del tiempo transcurrido antes de entrar a la cueva pudo calcula que eran aproximadamente las seis de la tarde pero ahora metido en aquel mundo de los dioses perdió la idea de las horas o días transcurridos.
Fue hacia el montículo donde se encontraban los restos sobre la manta, con respeto y veneración los recogió con sumo cuidado los coloco junto a los demás restos siguiendo el mismo orden que llevaban los demás, lo mismo hiso con los que tropezó a su llegada a la sala (seguro de alguien que venía más débil que él y que no pudo llegar hasta  el adoratorio) pidió a los dioses por él y por su familia.
Agotado por tan larga jornada se acomodo en una roca para descansar contemplando la pirámide y a sus dioses por largo rato, retomando fuerza, poco a poco sus ojos se fueron cerrando.

(Fin capitulo 3)

8 comentarios:

JUAN PAN GARCÍA dijo...

Muy interesante. Deduzco de tu relato que los antiguos lugareños acudían a la cueva para dejarse morir, y el que venía después lo colocaba en un buen sitio y luego tomaba asiento para esperar la muerte él también.Eso es lo que le sucede a este último.

Es algo natural en algunas especies animales, como el elefante, que también acude al cementerio donde están sus antepasados. Un abrazo

Anónimo dijo...

Hola Mario.
Muy interesante todos estos capiítulos, es la cadena de la vida misma. venir, cumplir con nuestra encomiendo y volver a marchar, solo que no en en todas las culturas la marcha es igual, aqui se siente voluntaria, respetada, solitaria, y silenciosa, con tono de tristeza.
Pero con gran sabiduria, la vida cambia, avanza y nosotros con ella.
Un abrazo.
Ambar.

Boris Estebitan dijo...

Gracias, he tenido una buena lectura :)

Asta dijo...

Si, es verdaderamente interesante, Mario!
Abrazos.

escribes conmigo dijo...

Juan:
Aquí en Oaxaca en un lugar llamado Mitla existe una cueva que se usaba con esos fines y cuando llegaron los religiosos la cerraron porque pensaron eran cosas del diablo.
En el texto trato de unir algunas costumbres de los pueblos prehispánicos y darle forma de cuento, añadiendo claro esta algo de mi cosecha.

Un gusto saludarte Mario

escribes conmigo dijo...

Ambar:

Cuando se tiene conciencia de que se ha cumplido un siclo y cuando se piensa que el sacrificio es para procurar beneficios para la familia es cuando en el entorno de el abuelo se hace el sacrificio con gusto pero a la ves con la tristeza de dejar a los seres queridos.

hasta pronto pig

escribes conmigo dijo...

Boris:

Gracias a ti por pasar y dejar tan grato comentario.

Hasta pronto Mario

escribes conmigo dijo...

Hola Asta:

Hace mucho que no sabía de ti.

un gusto leer tu comentario.


Hasta pronto Mario