mis amigos

1 de septiembre de 2008

UN GNOMO por mi amigo Juan Pan

Había un rosal en el bosque, perdido entre un mar de tonos verdes y de sombras.

Arriba, las copas de los árboles dejaban entrever un cielo de añil en el que flotaban, como espuma, nubecillas blancas. Lo descubrí un día de primavera. De sus tallos espinosos se elevaba un capullo de rosa. Al instante me enamoré de él y cada día iba a verlo y a cuidarlo, procurando que ninguna rama le hiciera sombra y recibiera la luz del sol.

De vez en cuando llevaba agua y la regaba. Humedecía sus pétalos y sus hojas. La rosa se abrió y brilló con luz propia, siendo admirada por todas las plantas. Su belleza se comentaba hasta en los confines del bosque y todos deseaban conocerla.

Y la rosa dejó de sonreírme cuando acudía a verla. No deseaba que la asociaran conmigo: siempre fui un don nadie, pobre gnomo, anónimo e insignificante habitante del bosque, y me convertí en un estorbo para ella.

Un día, al intentar acariciar sus pétalos, me pinché con una espina oculta y manó sangre de mi dedo. Tanta, que me desangré a su lado y fui absorbido por la tierra que alimentaba sus raíces.

Hoy, convertido en escarabajo, camino por el subsuelo esquivando su mirada.