El abuelo
El
abuelo lleno su morral con lo que encontró de comida en el jacal lleno de agua
el guaje y salió, fuera es todavía de noche y las estrellas brillan en el
firmamento, se detiene unos segundos y suspira larga y penosamente, inicia el camino despacio no tiene la mayor prisa seguro que no llegara tarde como no lo ha
hecho a lo largo de toda su vida.
Conoce
perfectamente el camino y sin temor a perderse se aleja de las chozas donde
viven parientes y amigos, con algo de sacrificio despacio sube la empinada
cuesta que lo llevara a su destino.
El
hambre le gruñe las tripas y la garganta se seca pero en el jacal no había
querido comer ni beber para no despertar a los que dormían y poder salir sin
que le pregunte a donde va o que lo disuadan del viaje a realizar, seguirá el
recorrido que su abuelo le enseñara y que nunca olvido seguro que algún día
tendría que recorrerlo solo, comerá más tarde tienen que hacer rendir las
provisiones porque el viaje es largo y
sus fuerzas han menguado con el pasar de los años.
El
abuelo hace un descanso para retomar las fuerzas y se sienta en una piedra
grande, desde ahí puede ver la gran ciudad que brilla con los rayos del alba,
la mira orgulloso de haber nacido y
crecido en ella; contempla como sale el humo de sus hogares y como poco a poco
su calles se llenan de gente, la vida y el colorido alegran sus ojos por unos
minutos.
Suspira
profundamente y retoma el andar, a medida que la cuesta es más pesada sus pasos
se tornan torpes y lentos, el sol comienza a calentar y su cansado cuerpo pide
agua para refrescarse pero el haciendo uso de su fuerza de voluntad sigue el
camino cantando la vieja canción de cuna que le cantara su madre para hacerle
dormir cuando era pequeño.
Han
transcurrido poco más de tres horas y los descansos se han hecho necesarios para que su cuerpo enfermo
y cansado retome fuerza y siga adelante, sabe que el fin del viaje es cada vez
más cerca, de pronto siente deseos de regresar, desandar el camino y volver a
casa, con los suyos quedarse con ellos unos días más antes de partir, mueve su
cabeza y piensa que ya no puede prolongar lo inaplazable.
Mas
adelante corta una espina de maguey y
por primera vez siente temor por lo que le aguarda al llegar al final del
camino, su paso es cada vez más lento y cansado, se distrae un poco al ver una
liebre que corre velos al verle pasar, escucha entre la maleza el inconfundible
sonido del cascabel de la serpiente pero nada de eso detiene su andar es tan viejo que una
serpiente no le asusta mas.
Por
fin llega a un pequeño plano en el camino que forma la entrada a una gran caverna
porteando la entrada ve los restos de dos pequeñas fogatas, busca un poco de
hierba seca y algunas ramas un poco más gruesas, enciende fuego sobre los
restos de las fogatas anteriores, tatema la espina de maguey y saca de su
morral unos pedazos de papel delgado preparando
el último sacrificio que hará a los dioses pidiendo por su familia y por
la gloria de su pueblo natal, con valor clava la espina en los lóbulos de sus orejas dejando caer la
sangre en los trozos de papel, repite la operación clavándola entre uña y dedo
de los diez dedos de ambas manos, la clava en su lengua y por último en su pene
sin dejar de mojar los papeles con su sangre, envuelve con ellos algunos
pedazos de copal que después arroja al fuego, durante todo este ritual sus
oraciones pidiendo por su familia y por que los dioses le envíen fuerza para
terminar con lo iniciado.
En
el pueblo la vida transcurre sin muchas variantes solo en casa del abuelo sus
hijos observan las dos pequeñas columnas de humo en lo alto de la montaña.
(esta historia continuara
)
4 comentarios:
Hpla Mario.
Muy interesante esta histora, no quiero perderme la continuación, ya he leido acerca de esta tradición antigua y hay muchas cosas del pasado que desconocemos.
Un abrazo.
Ambar.
interesante historia principalmente porque aún continuará.Espero por supuesto
Un beso!
Ambar:
Ya esta la segunda parte y la cosa apenas se pone buena.
Hasta pronto Mario
Susy:
Ya llego la continuación y l cosa todavía sigue.
Hasta pronto Mario
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