el pulpo

         Una mañana, casi sin que los transeúntes se dieran cuenta, fue apareciendo en la fachada de aquel viejo edificio la diminuta imagen de un pulpo, al principio, al verlo pensaron que era una mancha producto de las lluvias que no han dejado de caer sobre la ciudad desde hace varias semanas, mismas que, en las juntas de las banquetas con las casas había  formado  ya unas manchas verdes lamosas.

         Unos días mas tarde, alguno de los inquilinos, al cruzar la calle para subir a su departamento, encontró forma a la susodicha mancha y comento a un vecino que salía rumbo a su trabajo,

        ¡ Que raro¡  la mancha que salió hace días en la pared del frente del edificio, hoy es mas grande y ... que curioso.... "parece un pulpo".

        Se despidió de el con algo de  prisa, esté, al esperar el camión que pasa justo en la esquina de la calle frente al multifamiliar, levantó la vista con curiosidad en busca de tan singular mancha y sonrió, pues le pareció grotesca la figura que, efectivamente, forma un pulpo que parecía ascender con sus tentáculos por la fachada.

      Paso una semanas y era ya chisme por todo el barrio, aquella figura que  engrandecía y poco a poco cambiaba de postura. Pasaron a segundo término los chismes de la vecinita del 10, a quien recogía un hombre entrado en años, siempre muy elegante y en un coche convertible del año color rojo; dejo de ser novedad doña Petra, de como mantiene a sus hijos después que la dejo el marido, sin trabajar y sin pasar hambres, todo eso y más pasó a segundo término.

         Todos los vecinos, tan pronto abrían el ojo, salían a la calle para ver con detalle al pulpo que...

         Esto no se queda así ... falta la segunda parte